viernes, 23 de noviembre de 2012 | By: Abril

Por siempre tuya


Los cuentos saben a poco cuando de imaginarte se trata. El sol alumbra tarde la soledad que dejas al marcharte. El viento se lleva lento el último aroma de noche de la habitación. Y esa lentitud me ahoga poco a poco al no poder dejar de respirar tu perfume. La sonrisa aparece borrada de mi rostro de alma solitaria y la copa de vino de la última celebración todavía continua a la luz de las velas. La alegoría del amor que recuperamos de nuestra juventud todavía permanece en el ambiente, y te puedo asegurar que aunque a veces me encantaría deshacerme de ella, no abro las ventanas para que no se esfume. La cama continúa deshecha, sin haber movido ni siquiera las sábanas, y tu camisa arrugada por la pasión sigue todavía en el suelo. Todo está tan intacto, tan perfecto, como si acabásemos de despertar de la velada, como si todavía estuvieses de pie frente a la ventana mirándome mientras despierto. Y es ahí donde me coloco, tumbada en nuestro nido de caricias, intentando buscar tu silueta entre los rayos de luz que irrumpen cegadores. Pero no hay cuerpo que los obstruya, que impidan que entrecierre los ojos para seguir intentando buscarte. No estas tú. Tú has decidido seguir con tu vida, que aunque no es idílica, es bella. Y yo, no puedo volver a la mía, porque me he quedado atrapada en este paréntesis de tiempo. Me extrañan, ¿sabes? Llevo días sin dejarme aparecer por casa. He pensado en llamar y decir que estoy bien, pero no puedo mentir, no lo estoy. He pensado también en llamarte a ti y suplicarte que vuelvas, que vuelvas conmigo aquí, a esta ruptura de nuestras historias, a este prólogo escrito en medio del libro. Pero no lo hago porque tu respuesta me desgarraría más de lo que lo ha hecho tu partida.  Te has ido de manera silenciosa, y sería más doloroso escuchar el sonido de tu voz en un adiós. El error durante este tiempo no ha sido recordarte, ni ha sido pensar de vez en cuando en ti. La equivocación ha llegado con el naufragio de nuestros desnudos, con el vaivén inesperado de la pasión vivida como un solo cuerpo. Y pensar que ya no eras una droga para mí, y que solo iba a ser un simple disfrute. Ahora eres tú el que no has querido que lo intentemos, devolviendo la moneda del pasado, cuando fui yo la que huí de ti. Así que no nos daremos una tercera vez...Sentenciando así con esta carta lo que es la despedida definitiva de nuestro nosotros, sin poder dejar de decirte... por siempre tuya.

 (Jessica, del blog "Es amor")
miércoles, 14 de noviembre de 2012 | By: Abril

Una carta de amor


Querida Isabel:

Hoy el otoño me trae recuerdos de ti incendiando los bosques que rodean mi valle con el rojo de tu pelo. Todo me sabe a ti aun perdiéndote. Todo eres tú y tu dulce sabor nunca probado. Cada detalle de la vida que bulle frente a mi casa: los pájaros que revolotean en los ciruelos, el viento del sur agitando la hierba, las águilas oteando el prado y las garzas elevándose majestuosas camino del río… todo quisiera poder compartirlo contigo desde este rincón del mundo en el que me refugio de la verdad.
Te preguntarás qué quiero decir con “la verdad”. La verdad es la que sólo tú y yo sabemos. Que podemos esforzarnos en sobrevivir sin saber el uno del otro, pero no tratar de olvidar. Porque eso ya no es posible.
Los días pasan, el sol sale y se pone recorriendo el mismo cielo que nos ampara y nos une en la distancia. Voy contando el tiempo transcurrido desde que nos perdimos, las horas, días, semanas que no sé de ti. Y en cada recodo de mi camino te encuentro, en cada instante que aparece un destello de la belleza del mundo y de la vida, vuelvo a desear tenerte a mi lado y disfrutar juntos de él. Así es. Así vivo. Y así seguiré, tratando de construir una vida que no sé si es la mía, pero siempre contigo en mi corazón.
Hoy te escribo esta carta y ni siquiera estoy seguro de querer enviártela. No quisiera seguir causándote más dolor del que ya hemos sufrido. Solo es quizá una manera de desahogar lo que siento y que debo ocultar ante el resto del mundo. Un día me dijiste que te gustaría saber de mí de vez en cuando, que no desapareciera. Creo que yo tampoco quiero desaparecer, a pesar de lo que decidí. Y, ya ves, aquí me encuentro de nuevo intentando decir algo que explique cómo estoy, cómo me siento, aunque no sea lo que debería hacer.
Supongo que no sé muy bien lo que tengo que hacer, a pesar de todo. Pero si sé que te sigo echando de menos y buscando en mí cada recuerdo de tu paso por mi vida.

Un beso,

Tu hombre de cristal
lunes, 12 de noviembre de 2012 | By: Abril

Paradojas


Ahora que te he perdido, te encuentro en cualquier parte. En cada rincón del pensamiento. Ahora que pretendía olvidarte, tienes monopolizada mi memoria. Y te odio, porque aún te quiero.

Ahora que te he perdido, lucho por librarme del recuerdo, pero los relojes del pasado me detienen, dándome la hora de los mejores momentos que pasé contigo. Y su dulzura me amarga. Y su ayuda me hiere.

Ahora que te he perdido, tu ausencia te hace más presente. Pero lo que era siempre, ahora es nunca. Y bajo la luz del día me hallo a tientas. Ahora que te he perdido, echarte de menos está de más. Pero entre la gente solo encuentro soledad. En la salud siento enfermedad. Y a más preguntas, menos lo entiendo.

Ahora que te he perdido, te escribo en prosa y salen versos. Funciona del revés el mundo.
Yo que me esfuerzo en despreciarte, te venero. Yo que intento desahogarme, me hundo. Ahora que te he perdido, algo que murió parece estar vivo. Y aquí estoy llorando, solo, por todo lo que juntos hemos reído.
 
Tu que te fuiste sin mí, y me dejaste contigo.

(Fernando, del Blog Es Amor)