miércoles, 30 de marzo de 2016 | By: Abril

Aló?

 
Hola, ya no amor de mi vida:
 
Sólo te saludaba para despedirme y agradecerte por todo este tiempo de duro crecimiento emocional...
Sí... sí. Mi vida ahora será más plena, más cuidada y tendré más tranquilidad en el alma, aunque tenga menos lugares a dónde ir, menos canciones que escuchar, y menos fotos que tomar.
 
Qué extrañaré?... Pues... las malas noches que pasaba mirando tu rostro dormir, tus abrazos repentinos a mitad de un mal sueño, tus manos jabonosas en mi espalda, la frescura de tu semi-desnudez paseando por toda mi casa, los besos que me pedías y que me robabas, las veces que prefería tu piel a mis pasatiempos
o incluso mi trabajo. 
Qué más?... Extrañaré hacer caminatas largas a altas horas de la noche sólo para complacer tus antojos... (Risas) Sí, eso también, de hecho. El hacer gastos enormes en una sola cena y luego estar preguntándonos qué comeremos al día siguiente y a pesar de todo reírnos de ello. 
Vaya que sí... (Suspiro) Extrañaré tu esencia, esa que se apoderaba de toda mi vida, de mis cosas y de mis oídos cuando ponías la música que te gustaba para los dos sin pensar en si me gustaría o no... ehm... tu libertad, esa que me hizo verte tan no mía y a la vez tan enamorado de ti. Ah! Extrañaré tus atrevimientos, tus "te odio" y "bésame" inmediatos. Extrañaré que no me escuches, aunque nunca lo hiciste... Extrañaré tu forma de estar bien (3, 2, 1.. superado!), te acuerdas?... 
Pues, no lo había pensado... pero ahora que lo preguntas... lo que más voy a extrañar es el amor que esperaba recibir de ti, el que no llegó o que no era como pensé, y que aún así me mantuvo a tu lado esperando, viendo en ti todo lo mejor y dejando a un lado o comprendiendo lo peor.
Sí, también sé que extrañaré no tener la mente intranquila los fines de semana, pensar en qué estarás haciendo, si lo hiciste de nuevo o no. Si estamos bien, si me extrañas o te diviertes más sin mí. Extrañaré volver a encontrarte a la semana siguiente y que me digas con carita de niña pícara tus "oops" por las travesuras que tratabas de ocultarme y que dejé pasar aunque no era lo mejor hacerlo.. y ahora (tarde) comprendo.
 
En serio quieres saber qué odiaré?... Bueno... Odiaré no tener motivos para extrañar más eso... odiaré no ser yo porque ya soy otro. Odiaré esperar el día en que me cuentes o me entere de que alguien te hizo mucho daño porque no supo comprender tu juventud, inexperiencia y descontrol, porque no supo amarte como yo...
 
De hecho... odiaré haber renunciado a ti por merecer algo mejor. Es cierto, ambos crecimos muy distinto, pero eso no nos obliga a soportarnos por más amor que digamos tenernos, lamento haber entendido tan tarde que no necesitaba entenderte, y entender ahora que no es lo mejor estar juntos... (Ruidos al fondo)
 
...mejor me voy, me llama mi nueva vida... (Cuelga)
 
(Abel Mendoza Pino)
miércoles, 9 de marzo de 2016 | By: Abril

Obsesión


Ya no me quieres…Ya no te quiero. Jugamos a eso, ¿no?. A mentirnos de alguna manera porque así la vida es más fácil, más cómoda…
A veces me asomo a tu perfil de Whatsapp, para adivinar qué ocurre en los días que ya no comparto contigo, a través de esa diminuta ventanita que me abres a tu vida para que te observe en la distancia.
Aún me dueles y sé que me recuerdas en esos días en los que te quedas a solas y echas la vista atrás. Estoy en tu pasado. Tú sigues muy presente, pero ya no lucho por ti, aunque intente conservar el frágil hilo que aún nos conecta…
Qué vacío sigo sintiendo. Te fuiste y, aunque trato de ocupar mis días para no pensarte, la idea de ti o de cualquier momento que pasamos juntos, salta a mi realidad anodina y vuelves a dolerme de nuevo… Y entonces me lanzo a internet a buscar cualquier cosa que se relacione contigo; tecleo en el buscador tu nombre, tus apellidos, tu teléfono… para buscar cualquier coincidencia que me dé alguna información sobre ti… y a veces la búsqueda es vana. No es tu foto, no eres tú. Las personas que se llaman como tú no tienen tus ojos de color caramelo ni tu sonrisa. Otras me pongo contenta cuando aparece una foto tuya que colgaste en alguna red social… alguna multa de tráfico reflejada en el B.O.E…. alguna carrera que ganó tu hijo en la liga del colegio… Cualquier cosa me vale: todo me lleva a ti. Un día incluso, encontré a alguien que se llamaba como tú y que era el asesino confeso de una adolescente de Murcia. Por un segundo tuve mis dudas y admito que me asusté. Sin embargo me resultaba chocante identificarte con semejante individuo después de las veces que me has hablado de lo mucho que quieres a tus hijos y de lo importantes que son en tu vida…   
Ya no me quieres (lo sé). Ya no te quiero (quiero, necesito…creerlo). Sigo enganchada a ti y te dedico todas mis canciones de amor. Eres lo mejor y lo peor que me ha pasado. Sé que me recuerdas porque a veces me lo dices… y me ves en otras chicas, en otros lugares, en otras miradas… pero yo ya no estoy porque me pediste que me marchara y así lo hice, porque al final: llegó el final. Y ya no te veo y ya no te siento, aunque te eche de menos, aunque sepa dónde encontrarte, aunque sepa dónde cruzarme contigo y que parezca un encuentro casual… pero no lo hago porque te quiero de veras y te respeto, porque sé que deseas seguir adelante, conmigo pero sin mí. Porque yo también lo intento: estoy tratando de hacer terapia de choque y este es el primer paso para olvidarte: empezaré por decirte adiós, aunque siga engañándome a mí misma porque aún me dueles, Amor.  
(N.R.H.)
viernes, 4 de marzo de 2016 | By: Abril

Te levantas un dia...


Te levantas un día.
Te das cuenta que es tarde.
Te vistes lo más rápido que puedes.
Pantalones, camiseta, zapatillas, maleta.
De la prisa, dejas el nudo de los cordones para después.
Abres la puerta, corres en dirección a la parada de bus.
Te detienes por la luz roja del semáforo junto con varias personas.
Mirando tu reloj olvidas que aún no has atado tus cordones.
Justo antes de volver a andar, sientes un tirón desde los pies, y caes vergonzosamente entre la acera y el asfalto, ligeramente lastimado.
Una señorita se acerca sonrojada y apenada pidiendo disculpas por no fijarse, e intenta ayudarte.
Al levantarte conversan un momento, y mientras intentas disimular el dolor ves pasar el bus que esperabas.
Viéndote renegar, la señorita pregunta por tu rumbo. Curiosamente esa mañana ambos coinciden en el destino, y debido al mal rato, ella te invita a compartir el taxi. En la ruta conversan de todo, se ríen de lo sucedido, intercambian experiencias, gustos, risas y teléfonos.
Al día siguiente te da una llamada, y al ver su nombre no puedes evitar sonreír.
La primera llamada dura más de 20 minutos, aunque ambos desearían que fuera más.
Así pasan los días, una, dos, tres semanas, y empiezan a salir como algo más que amigos. La primera salida, el concierto de su grupo favorito. Y a ti te encanta como si lo hubieras escuchado desde siempre, sólo porque con su música en el fondo ocurrió el primer beso.
Esa noche conoces sólo la puerta de su casa, además de una mirada vigilante desde la ventana que apenas te saluda con un gesto al intentar caerle bien.
Llegas a tu casa tarde, no cenas y vas a la cama a mirar el techo, recordando cada momento y cada canción que no entendiste pero que te llena en el fondo.
Pasan los días, pasan los viajes, las recargas telefónicas, las noches sin dormir, los trueques de sonrisas, pasa la vida en dos mitades.
Tras tantos besos, caricias, cosquillas y mordidas, deciden dar un hogar simplificado a los gastos del diario vivir. Firman un papel, dos amigos no les dejan mentir, un hombre les dice que son propiedad el uno del otro y se sienten los más felices del mundo.
Celebran como si la vida recién hubiera empezado bajo sus pies. Con un nuevo apellido en los documentos de ella y un nuevo título para ti. Señor y Señora de ustedes mismos.
Llega el día uno, luego de la luna de miel. Despiertas, ves a tu flamante esposa esperándote aún despeinada para darse el primer baño juntos. Sobreviven a la espuma y deciden subirse al mundo ahora con más peso.
Un par de llamadas alegres jugando a reconocerse y acaba el día. Llegan a casa, uno más tarde que el otro, y se acurrucan para ver pasar la vida desde el sofá.
Al primer bostezo de ella decides dejar la vida en pantalla plana sobre la mesa de centro, y la llevas en tus brazos a descansar sobre algodón.
Los días van variando ligeramente, desde un "Esta vez no" al baño juntos hasta un "no me esperes despierta, tengo mucho por hacer en el trabajo". Hasta que de pronto se descubren viendo los dos la vida desde el sofá, y un bostezo otra vez.
Despiertas, y ves a tu flamante esposa esperándote aún despeinada para darse el baño juntos Nº 4982. Nuevamente sobreviven a la espuma y van a subirse al mundo esta vez más contaminados por los días anteriores. Apenas una llamada durante el día, porque ya adivinan lo que pasa en la vida de la otra parte del contrato.
Llegan a casa, uno mucho más tarde que el otro, y se encuentran una viendo la vida y el otro leyéndola... pero ninguno viviéndola ya más. Empiezas a preguntarte quién de los dos cambió, o qué cambió, o si algo cambió en absoluto.
Ella, por su parte, más frágil e impredecible, ya sentía un cambio en su vida.
Ya no te espera en casa. Ya no está pendiente del teléfono. Ya la encuentras peinada y lista para salir al levantarte.
Empiezan las dudas, los reclamos, las discusiones y la división de lo tuyo y lo de ella, ya no se sienten uno, sino un estorbo. Ya no está el dar por el dar, y tampoco las cosquillas ni los conciertos.
Cada vez es más pesado el subir al mundo juntos. Cada vez sienten la puerta más estrecha, tanto para salir como para entrar. Cada vez las discusiones tienen menos sentido y mayor frecuencia.
Llega un día en el que tú decides esperar a tu flamante esposa despeinado para tomar un baño juntos, y ella te mira, y con lágrimas te dice que esto no funciona ya. No tienes idea de qué decir, miras por la ventana, y ves el mundo que sigue su curso inmutable mientras el de ustedes está muriendo.
Te alistas para el trabajo, la encuentras mirando todo en la casa pasando su mano por cada rincón como despidiéndose de todo ello, y sólo atinas a pedirle que te espere para salir juntos al mundo. Ella esperaba que por ese día ella fuera tu mundo, pero no lo entendiste.
La viste partir pero nunca más llegar. El teléfono ya no existe. El trabajo está ocupado por otra persona.. y la vida en el sofá se quedó en su canal favorito, el cual ahora ves todo el tiempo que puedes ya que ahora no tienes con quién discutir por cambiarlo.
Y repasas tu vida desde ese momento hacia atrás. Ves los días de trabajo, las veces que preferiste quedarte en el trabajo para no discutir con ella, pero nunca se lo dijiste y dejaste que ella llenara su mente y su tiempo con lo que mejor le parecía y sin ti.
Recordaste que trabajaste tanto pensando en lo que te faltaba y dejaste tantas otras cosas en falta. Recordaste cuántas veces ella te hizo comentarios sobre eventos artísticos, o simplemente sobre caminar.
Recordaste las veces que te dio sorpresas que tú dabas por sentadas porque parecían tan innecesarias al tener un contrato que "asegurara" su amor.
Recordaste que ella fue quien te preguntó temblorosa e insegura si querías unir tus días a los suyos.
Recordaste que, al volver del concierto donde ocurrió su primer beso, el hecho de que ella cerrara su puerta ante ti abrió un mundo de posibilidades en tu mente, que veías pasar en carnaval ante ti con los ojos abiertos.
Recordaste que antes de conocerla sólo vivías para que los demás te aprobaran y sintieras que pertenecías a algo más grande que tú.
Y sobre todo, detrás de todo lo que recordaste, volviste a escuchar lo que tu madre solía repetir una y otra vez: "Hijo, no olvides atar tus cordones antes de salir".

(Abel Mendoza Pino)