domingo, 29 de marzo de 2015 | By: Abril

One day


¿Se puede querer a alguien tanto que desees que sea feliz aun cuando no esté junto a ti...? Eso me pasa contigo. Te quiero, aunque ya no me gustes, porque me rompiste el corazón y juré que dejaría de amarte. Casi lo consigo, pero no, -qué idiota- aún te amo. Tanto, que lo dejaría todo si tú me llamases a tu lado.

Algo no funcionó, y no fue porque no lo intentáramos. Pero tú tenias razón: las relaciones se rompen porque uno de los dos ama tanto al otro que no acepta las reglas del juego, no se conforma con ser un actor secundario en la vida del otro, y se rebela... y vive confuso y se choca una y otra vez con las mismas piedras.

Necesitaba hablar esta noche con alguien. Bueno, con alguien no, contigo... por eso te escribo lo que no te puedo decir mirándote a los ojos, porque ya no me quedan excusas para quedar contigo. Tú me llamas amiga y no sabes el dolor que una palabra tan bonita puede llegar a producir en el estómago si la dice la persona equivocada.

No quiero perderte y por eso, cuando ya no puedo más, descuelgo el teléfono y te llamo por cualquier motivo, solo para oír tu voz, por si un día se te escapa un "te quiero" cualquiera... y me haces feliz un instante.

Y tú sigues con tu vida, que tampoco te llena, pero es la que tienes y de la que no puedes salir. Te quiero de igual manera... Y odio esta forma ridícula que tengo de quererte porque no me hace feliz. Pero no quiero que desaparezcas. Porque no quiero que te vayas. He roto contigo mil veces y otras mil he corrido a tu lado antes de doblar la esquina para pedirte que no te vayas, porque lo siento, pero te has convertido en alguien indispensable para mí en estos últimos siete años. Y me duele sentír lo que siento porque tú me quieres de otra forma y no tienes la culpa por eso.

Ayer ví esa película de nuevo. One day. Esa con la que me identifico tanto, de Anne Hathaway... esa en la que una pareja lleva enamorada toda la vida y por alguna razón hay algo que siempre los separa. Pienso que retrata muy bien lo nuestro... no, no me hagas caso. Yo no soy Emma y tú no eres Dexter.

Pues eso, que necesitaba hablar hoy especialmente contigo.

Un beso

TQ

(NRH)

lunes, 23 de marzo de 2015 | By: Abril

¡Vuelve!…si quieres, claro.




Te prometo que esta es la primera y última carta de amor que recibirás de mis manos. No la tires antes de leerla, porque no voy a insistir.

He cambiado, Jairo.
 
Ya no soy esa chica celosa y posesiva que pretendía a toda costa que estuvieras a mi lado. Ahora entiendo que el espacio para nosotros no era tan simple como vaciar cajones y la confianza existe si no te metes donde no te aman. ¿Tú lo haces todavía?
 
Te pido que vuelvas, sin presiones. No me verás otra vez en tu portal, no temas otro berrinche. Ya sabes que siempre fui la oveja dramática de mi familia, pero esta vez asumiré la espera el tiempo que necesites. Entiendo que dejar a esa chica con la que sales ahora no será un asunto que se pueda gestionar en pocas horas. Tómate el fin de semana, con tranquilidad.
 
Por cierto, ¿recuerdas aquel curso de pintura?, lo terminé ayer. Ha sido una terapia increíble para templar estos nervios que ya conoces, aunque he pintado tantos cuadros que podría llenar el prado. Sí, el que se escribe en minúscula.
 
He decidido hacerte caso respecto a Bruno, el pez. Tenías razón cuando me decías que, después de todo, había más peces en el mar y mares, y yo aquí, erre que erre con esa pecera diminuta; y él, tan solo, tan pez y cristal. Pero el mar me parece excesivo, Jairo, he visto en una tienda peceras enormes, tampoco vamos a exagerar.
 
Ahora me ha dado también por escribir, pero escribir de verdad, como esta carta. Papel y tinta, nada de luces, baterías y botones. ¿Viste lo del doble check azul del whatsapp?, me hubieran hecho polvo contigo. Seguro que en la próxima actualización a algún psicópata se le ocurre, además, ir graduando el color del maldito check a rojo intenso si pasa un rato y no contestan, como para darle más dramatismo al negocio este de hacernos mierda la vida. De todas formas no lo he podido volver a instalar desde el día que estrellé el teléfono contra tu coche; seguro que lo recuerdas. Solo espero que no me guardes rencor, Jairo. He cambiado.
 
Quién me iba a decir a mí que la vida era otra cosa.
 
Aquí todo está preparado para cuando vengas, sobre todo yo. No más agobios, no más celos, no más inseguridades, se acabó esa obsesión enfermiza de querer atarte a mis pies.
 
Jairo, vuelve.
 
He cambiado, he madurado por ti.  Los ciento treinta y siete mensajes que no recibiste el mes pasado, eran míos.
 
Te quiero.
Juana.