miércoles, 23 de abril de 2014 | By: Abril

Sentimientos cero


¿Quieres que te suceda algo distinto? ¿Algo que probablemente hayas deseado alguna vez?
Entonces, deberías leer lo que no quise escribir.
No sé qué haces ni dónde estarás pero, me gustaría que leyeses sin ninguna interrupción así que si pudieses cerrar la puerta de tu habitación e irte a la cama, o esperar a estar sola, sería perfecto. Y no te preguntes el por qué, porque lo único que quiero es que leas.
¿Ya? Si ya estás cómoda y tranquila, (suspiro), pues, atrévete a leerme.
Ahora olvídate de amores profundos, miradas eternas o de los "por qué a mí", porque hoy quiero escribirte algo real.
 ~

Había sentimientos cero.
Recuerdo que había sentimientos cero hasta que me hablaste por primera vez. Pienso en esa noche como si fuese una noche normal de ayer.
Yo estaba intentando hacer de las mías para relacionarme con aquellas personas que aun no conocía, y sonó ese timbre que acompañaba mi atención. Me habían hablado de ti y quería conocerte.
Recuerdo perfectamente cuando entraste con tu abrigo marrón, un regalo de cumpleaños y una sonrisa que alegraba más de una cara.
La noche transcurría. Entonces fue cuando algo pasó, y realmente no sé si fueron imaginaciones mías o una verdadera complicidad entre nosotros, pero no pude evitar sentir un rápido latir y una conexión que no sabría describir, aunque realmente, me gustó.
Puedo decirte lo que pasó, pero no puedo escribirte lo que sentí, porque mis frases se limitarían a un "y mi corazón se aceleraba". Y es que aun no te quiero, no. Pero tienes algo, algo que me cautiva, que me hace pensar en ti, constantemente. Y todavía no he descubierto que es, pero estás en mi mente, y no sé...
Asusta que hayas entrado así, de golpe. Desordenándome las ideas, sin ni siquiera avisar.
Quizás fue esa confianza que tus ojos me regalaron, cuando me miraste.
Antes de oír que te ibas, lejos, estuve toda la noche anterior pensando en ti, y estaba nervioso porque no sabía que cojones me pasaba. Ahora que ha pasado un tiempo, pensando que dejaría de pasarme esto, de vez en cuando te recuerdo y siguen acelerándose mis latidos, y pienso en ti sin que a penas notes que existo.
Cuando pienso en ti, es cuando todo desaparece y no sé donde esconderme, me siento vulnerable, y escribo sintiéndome torpe. Es como si pudieses leer mis ojos, y da igual si miro para otro lado, porque mis ojos se han quedado en ti, siguen mirándote aunque no te miren. Y luego, y luego viene..... no sé que viene. Todavía no viene nada, no viene más allá de unas palabras, de esos cruces de ojos. No viene nada.
Pero, hace mucho que busco algo que haga reaccionar a mi corazón. Otro corazón sincero. Y aunque mi cabeza me diga que espere, o que no me atreva a hacer nada, es este sentimiento que no me deja dormir por las noches el que me arranca la valentía en forma de letras, y empujándome a susurros, he acabado aquí, intentando decirte que quiero tu sonrisa para mí. Pero es éste jodido miedo el que me paraliza.
Ahora solo me sentiré como aquella moneda que se lanza al aire esperando que salga cara, y quizás salga cruz, pero es entonces cuando me imagino de nuevo tu sonrisa, y sonrío, y entonces es cuando se me ponen los ojos brillantes, y digo, quizás sea el momento... ¿por qué no?
~

No sé a dónde ir con todo esto, no lo he hablado con nadie, no tengo mucho que decir, no tengo la menor idea de lo que busco ni de lo que quiero encontrar, pero estaría way conocerte mejor chica del demonio roba-corazones.
Pero terminando, hay algo más. Hay algo más, lo veo cuando separo las manos del teclado y miro hacia la realidad. Y me doy cuenta de que solo escribo la historia de unos sentimientos que quedarán en el eterno olvido. Donde el protagonista quería ser el surgir de una nueva llama, y el desenlace dos personas que no hicieron nada antes del punto y final.

(Crístofer Díaz)
lunes, 14 de abril de 2014 | By: Abril

Papo




Los primeros recuerdos de mi infancia tienen que ver con escapar de la guardería dos veces, llorar al lado de una reja, no querer que te fueras en el bus que paraba justo en frente de la esquina que habías conseguido con el sudor de tu frente y tu sagacidad como hombre de negocios, me quedaba llorando mirando por la ventana como te ibas en el bus. Eras sin lugar a dudas motivo de mi alegría y vida.
Recuerdo que lo que sentía por ti era una mezcla de amor y miedo, que fue convirtiéndose al paso de los años sólo en amor.
Me encantaba recostarme sobre ti cuando era niño y jugar a contarte los lunares de la espalda, siempre admiré tus abdominales, me parecían fuertes, en modo barriga eran extraños pero muy fuertes.
Y cada vez que tenia un logro en los estudios me dabas un beso que siempre me pareció extraño, pero el último que me diste hace 20 días me pareció lo más hermoso que haya recibido de ti.
Solía pedirte los mejores zapatos, los mejores guayos, la mejor ropa, y me diste la ropa más económica y la más cómoda, me enseñabas sencillez y el aprecio por las cosas, a valorar lo poco. Me parecía bonito como te vestías, usabas palabras que otros no usaban, a pesar de que también dijeras una palabrota cada cinco minutos, fui encontrando en ti tanta sabiduría, que aún me queda por estudiar de ti.
En mi sangre ha estado inmersa la violencia que te aconteció cuando eras niño, una rebeldía agresiva, un pensamiento firme, una inteligencia llena de sentido común y unos sentimientos muy hermosos. 
Cada una de estas cosas las supiste, a pesar de tus pocos estudios, guiar y estimular, para la violencia aprendiste a controlar la tuya, para mi rebeldía me diste libertad, para mi pensamiento firme aprendiste a valorar mi opinión (faltaron detalles, pero nadie es perfecto viejo), el sentido común fue tu ejemplo y los sentimientos hermosos fueron tus ricas recetas, los jugos de infinitos sabores, tus madrugadas por mi...
Cuando la vieja faltó, te quedaste al frente como un guerrero, vinieron las tías al apoyo y quedaron faltando algunas cosas que uno obtiene de la mamá y que me ha tocado obtener por los libros, y los rechazos, las lecciones que faltaron las he tomado en los cursos intensivos que nos da la vida.
Así también fuiste mi mamá, ¿Cómo se te ocurrió ser también mi mamá? ¡Qué fuerte fuiste siempre! Si soy fuerte fue porque no tuve quien me enseñara debilidad y no pretendo aprender otro arte diferente al de ser fuerte.
Si había que hacer algo lo hacías, si había que comprar algo lo comprabas, en actuar encontraba tu esencia, en actuar estás tú cada vez, ese legado lo estoy poniendo en práctica, me levanto cada día desde que no estás y miro que le falta al día y voy y lo pongo, trato de adelantarme a los hechos como tú lo hacías y siento tu compañía cuando lo hago.
A ti te gustaban mucho las mujeres, no hay nada más bonito sobre la faz de la tierra, no voy a hablar de las cosas que no pudieron ser, el pasado hasta donde sé, no se puede cambiar, pero quiero que sepas que voy a tener tantas experiencias como pueda y que ser un buen amante también es algo que me gusta ser.
Hacer el ridículo siempre fue algo sencillo para ti, bailabas sin saber hacerlo, nadabas sin saber y disfrutabas de la vida a tu modo único, yo el refinado me quedaba quieto, cuando la vida consiste en hacer algo así sea hacer de tonto. Así que salgo a bailar más frecuentemente aunque no sea un buen bailarín y celebro los momentos, por el simple hecho de estar vivo, esa parte de ti sigue en mí.
Pusiste tanta música romántica en tu negocio que creaste a un romántico, bohemio y algo poeta, y ya esta carta que he decidido escribirte para que sea leída en el cielo para ti, me ha robado un par de lagrimas, no te preocupes, que estoy bien, solo que a veces me hago el sentimental.

(Tavo)