martes, 25 de septiembre de 2012 | By: Abril

Borrarte aunque duela...


Pintor  de  mentiras.  Tu  vida  un  museo  de  ventanas  que asoman  a  mundos  creados   a  capricho,  reinos  perfectos que creíste  que  existían  olvidando  la  realidad,  olvidando  mi nombre.  Cortaste  consciente  un  extremo  del  puente  de cuerda. Demasiadas  lágrimas  por  ti. Seguías tu  camino...  Alguien  me  contaba  tus  andanzas.  Vivías  al límite, alma  salvaje,  valiente  e  indomable. 
Me  fui  acostumbrando a  ver  vacío  tu  lado  de  la  cama  sin  proponerme buscar a otro que  ocupara  ese  espacio porque era imposible  encontrar un sustituto  de  ti.  Pasó el  tiempo  y  yo  seguía  coleccionando recuerdos,  trocitos tuyos.  Habría  podido  hacer  algo  así como  un  puzle. 
Me  he hecho  impermeable  al  amor,  ya  tuve bastante,  sólo  pido  no  pasar  ni  una  noche  más  pensando en  ti. De  aquello  sólo  me  quedan  marcas  de  batalla,  ...  siempre  esperando a  que  aparecieras. Acabó, pero no hubo adiós. Seguiré el camino cuando recomponga mis  trocitos.  Mi  tarea  ahora:  borrarte,  aunque  duela.  
Siempre,  o  muchas  veces,  lo  impredecible se  hace  posible  y un día  llamaste  a  la  puerta  con  toques  firmes y  seguros. Confiabas  y  sabías  todo  lo  que  te  quería.  Abrí  la  puerta. ¡No  podía  ser verdad!  Deseaba  lanzarme  a  tus  brazos  y  todo  cambió en cuanto te vi. En  un  segundo  pensaba  de  otra  manera  y me abrazaste y nos tomamos un café y me contaste que no te quedarías mucho tiempo pero, con esa crueldad tan tuya, me  ofreciste  tu  amor  mientras  estuvieras  aquí. 
No  habías  cambiado...  ¡Vete,  quiero  que  te  vayas  ahora! grité  enloquecida. Estas  palabras  las  estuve  repitiendo en  mi  cabeza largo tiempo  después  de tu  marcha...otra vez  me  encontraba  en  el  punto  de partida,  otra  vez,  pero  peor que  antes,  con un  dolor  multiplicado.  
Ya no  queda  más  por decir... sólo borrarte aunque duela...
(Del Blog Es amor)
jueves, 20 de septiembre de 2012 | By: Abril

¿Dónde estás?


Te escribo porque ya no sé dónde estás. Sólo sé que, a veces, caminas a mi lado  y por eso, de pronto,  te huelo. Cuando eso pasa busco como una loca la fuente de esa esencia, por si te encuentro: una esquina de la almohada con la que dormías, el cuello de una camisa, el asa del maletín que llevabas al trabajo, el sobre del banco que abriste sin llegar a leerlo, las llaves del coche, el mando de la televisión, la barandilla de la escalera que acariciaste al subir.
Otras veces, te escucho. Sí. Tu voz pausada me revolotea dentro.  Me arrulla. Me acompaña. Me da consejos. Y calla. También me dice cosas inconfesables y me hace reír. Igual que si estuvieras. Casi igual. Anoche fue la última vez que la escuché. Me pareció como si hablaras por teléfono con alguien, en la cocina. Corrí para verte. Pero no. O sí. Quiero decir que eras tú, de eso estoy segura, pero no estabas. O por lo menos no estabas en la cocina.
La mayoría de las veces siento cómo me abrazas. Por detrás. Noto tu respiración en mi nuca y tus brazos debajo de mi pecho. Y me quedo muy quieta, sin darme la vuelta ni nada, porque no quiero que te vayas. Luego me voy a la cama y, al cerrar los ojos, vuelves y me mareo de tenerte tan cerca y de ese silencio que da miedo. Entonces apoyo  la cabeza en tu pecho que late muy despacio y me duermo a tu lado. Mis sueños también te pertenecen.
Ay, amor. Lo que más me duele es que no aprovechamos el tiempo que  tuvimos  por creernos inmortales. Tardamos años en escaparnos juntos, no nos casamos, no tuvimos hijos.  Éramos maestros en posponerlo todo. Hasta que nos pospusieron a nosotros. Sin avisar. Sin más.  Así fue como te fuiste. Una madrugada. Enfermo de muerte. Tu mano en la mía.
Por eso te escribo, porque  ya no sé dónde estás. Si estás o no estás. Si te vas o te quedas. O vuelves. Y me dueles en esta habitación oscura. Por haberte tenido tanto y tan poco. Por tu presencia y tu ausencia. Por tu amor, que quiso salvarme la vida y me dejó sin ti.
(Del blog Es Amor)

Hubiera...


Me hubiera quedado todo septiembre deshojando las flores que caen del árbol de enfrente de mi casa y hubiera vivido octubre soñando con pasear de tu mano por las calles que se van apagando, dejando que tu abrazo fuera mi abrigo y empujando los versos que se escapan de mis ojos, para que los vieras brotar como hierba fresca en las mañanas de primavera.
Hubiera pasado todas las mañanas tristes de noviembre montando el elefante rosa de mi fantasía, dejando que las yemas de mis dedos rozaran las aristas de las nubes, mientras me susurrabas al oído las palabras que las hojas del castaño dicen al caer.
Hubiera matado las horas de las tardes lentas, aspirando el aroma de los libros que se esconden en la biblioteca, mientras pensaba en ti. Bajaría mil veces de ese autobús rojo que lleva a tu país lejano y hubiera corrido a buscarte bajo la lluvia azul que sale de las nubes negras que quedan prendidas de las antenas de los edificios.
Tropezaría mil veces solo para caer a tu lado, tu lado izquierdo los días de tu cama y el lado derecho los días de la mía. Estrenaría sonrisa cada mañana solo para que me comieras las pestañas a besos llenos de cosquillas. Lucharía contra como arma una palabra tuya.
Pero de nada sirve imaginar otoños que no viví o que soñé entre brumas. Qué lejos está el horizonte de mi fantasía y que fácil es matarlo sin querer.
(Del blog: Es amor...)
miércoles, 19 de septiembre de 2012 | By: Abril

Te quiero


Te quiero con las manos vacías y el corazón efervescente.
Te quiero con las piernas cansadas y los pies sin pedicura.
Te quiero con mi sexo revuelto y las ganas en tu colchón.
Te quiero, esperándote,  con los codos apoyados en mi balcón, los dedos congelados y con el alma de iceberg.
Con la espalda contracturada y mi columna torcida de cargar tempestades.
Te quiero ebria y con el hígado intoxicado, el estomago vacío y el hambre de tus labios...
Te quiero con las arterias saturadas y desangrada gota a gota...
Te quiero con mi pulmón a duras penas, con mi oxígeno por los aires y el suspiro bajo mi paraguas en esta tarde.
Te quiero con la garganta seca, las cuerdas llenas de grietas de llamarte a voces, y la voz en alguna carta.
Te quiero con mi barbilla que toca el suelo, la nariz y mi sonrisa de arlequín.
Te quiero con los dientes, cansados de morder cada día, de rumiar deseos y digerirlos a la fuerza para luego vomitar tantas realidades.
Te quiero con las orejas pensativas, orejas cuarteadas de esforzarse, orejas que de pena se arquean y se esconden tras las faldas de mi pelo por la vergüenza de ya no escucharte.
Te quiero con la frente sujeta con un hilo al techo... con la cabeza de marioneta de hilo, con el cuello roto de mirar, girar, y mirar al suelo... ¿dónde están tus huellas que no las encuentro?
Te quiero con mis ojos de prismático, con mis ojos de caña de pescar y de redes de barca, con mis ojos de enredadera y mis ojos de cascada perpetua.
Con  mi lengua de orilla que te habla y se calla, se atreve y se escapa, se averguenza y se marcha.
Te quiero con mi pelo en tus dedos.
Mi corazón es un baúl en tu sótano.
Mi amor un desperdicio.
Mi anhelo un sueño cascado.
Mis dias sin ti un precipicio.
Mi esperanza, un lienzo mojado con tu amor en ningún lado.
(G. Paracaidista)
miércoles, 5 de septiembre de 2012 | By: Abril

Despedida con aroma a café

"Verás, a mí lo que me va es tumbarte en el suelo
para decir con la mirada lo que con mi voz no puedo"

(Cosas que suenan a... de "Maldita Nerea")

Querido Tú,

Esto se aproxima a su fin y ambos lo sabemos. Te he citado para tomar ese café del que me has hablado tanto. Nuestra cita no tiene fechas ni horarios porque tú no tienes huecos disponibles en la agenda.

He pasado de ser una actriz secundaria a ser un extra que no tiene ni una sola frase en tu película. Y me duele, porque no sé cómo contarte cómo me siento. Poco a poco has ido construyendo una trinchera con los recuerdos de lo que fuimos el uno para el otro y estableciendo una barrera de citas que nunca llegan a consumarse...

No es rabia lo que siento, no son reproches lo que te digo. Mi sentimiento mezcla la tristeza con la desazón. Por eso, en esa cita con aroma a café que aún no hemos concretado, pienso decirte que me voy de tu vida, que me bajo en la próxima estación para que sigas sin mí hasta donde el tiempo te deje llegar.

Pienso decirte que aunque aún te quiero, porque el amor y el desamor no desaparecen de un día para otro, te dejo. Tal vez ahora empieces a darte cuenta de que no me necesitas, pero no has tendio el valor para dar este paso.

¿Recuerdas cuántas veces nos hemos visto en el último año?¿Y cuántas nos hemos besado? Se pueden contar con los dedos de una mano y aún sobran. Duele, Amor, eso duele...

Por eso deseo irme pronto. Porque estoy escuchando una canción de Maldita Nerea que en una frase resume lo que te echo de menos...

Espero que pronto tengamos esa cita. No necesito más de diez minutos para darte la noticia. Cuando encuentres esos diez minutos en tu castigada agenda, dímelo ¿vale? Creo que empezaré a odiar ese café del que tanto me hablas porque todas las tristezas de mi vida, a partir de ese momento tendrán su aroma.

Cuídate.

(Rossana Martín-Azuaga)